Preguntas frecuentes sobre acompañamiento
Se trata de un espacio de escucha, atención o intervención que se da en la vida de los cristianos y en general de cualquier persona, donde estar atentos a las mociones del Espíritu y la búsqueda de la voluntad del Padre, así como el seguimiento de vida cristiana a la manera de Jesucristo son fundamentales.
El acompañamiento espiritual ha tenido muchos nombres a lo largo de la historia, uno de ellos fue dirección espiritual.
El Carmelo Descalzo se ha especializado en acompañar personas desde el Espíritu, invitándoles a descubrir Su acción en la vida cotidiana del fiel, una de las metodologías más empleadas es la oración y se procura que la vida espiritual tenga incidencia en la vida cotidiana de los bautizados.
En ocasiones se quiere hacer referencia al mismo fenómeno con los dos términos, sin embargo, algunos acompañantes enfatizamos que la diferencia radical es la posición establecida entre los dos actores secundarios. Siempre considerando que el actor principal es Dios, y la relación principal es Dios y la persona que viene al acompañamiento.
En la dirección espiritual se considera al que dirige como una persona de ciencia que genera directrices que la persona dirigida obedecerá, y seguirá puntualmente, pues el director sabe lo más conveniente para el dirigido. En la dirección espiritual, se evita que haya una camaradería o fraternización, para evitar confusión en la búsqueda de la voluntad de Dios.
En el acompañamiento espiritual, el acompañante es un monitor que intenta descubrir la acción de Dios a la luz de lo que el acompañado está trabajando, devolviendo en todo momento la responsabilidad y privilegio de la decisión al sujeto que es acompañado. Se busca establecer vínculos cercanos, siempre teniendo presente que la relación principal será Dios y la persona acompañada.
Cualquier persona que lo necesite. Este servicio espiritual forma parte de las maneras en que la Iglesia acompaña a sus fieles.
Como no es sinónimo del sacramento de la reconciliación (confesión), no hay una limitación para que los fieles puedan ser escuchados. También otra peculiaridad es que por que no es un sacramento, el acompañante puede ser ministro ordenado o fiel laico, siempre que sea una persona vocacionada a este servicio para la comunidad eclesial.
Todos aquellos temas en que la persona necesita buscar voluntad de Dios son propios del acompañamiento espiritual. Muchas veces, cuando el acompañado tiene también procesos psicoterapéuticos, el acompañamiento espiritual es el otro enfoque con que se cuenta para tener una visión más plena de lo que acontece en la vida cotidiana del cristiano.
En el acompañamiento espiritual, la persona acompañada es quien irá proponiendo los temas, aunque el acompañante seguramente tenga un proyecto de acompañamiento que ayudará a generar un proceso que no sea indefinido.
Es recomendable que se aborden temas específicos y que se procure ir haciendo pausas entre cada proceso, de manera que el acompañado se sepa que ha concluido una etapa de su caminar.
Por ejemplo se puede hacer un proceso que dura un determinado número de sesiones para cada punto siguiente:
1. Descubrir a Dios y cómo me relaciono con Él.
2. ¿Qué es lo que Dios quiere de mi vida?
3. ¿Cómo puedo responder a Dios en la vocación que vivo?
4. Experiencia de sequedad y soledad.
5. Renovar las relaciones con mi familia.
6. ¿Cómo compartir mi experiencia de Dios?
El proyecto del acompañamiento, se lleva entre cada acompañante y acompañado, pero lo principal es que el acompañado pueda descubrir el proyecto como suyo.
No hay un tiempo definido, depende de cada acompañado, recordando que el proceso pertenece a Dios y el acompañado, y la figura del acompañante puede cambiar. Es recomendable reconocer cuando el proceso terminó, y eso implica tiempo de cierre de la etapa del acompañamiento.
También es importante señalar que entre una y otra sesión, cada acompañado en compañía de su acompañante, definirán el tiempo más idóneo para establecer las sesiones de encuentros. La periodicidad más usual es de una vez al mes.
Siempre, la responsabilidad de solicitar las citas será del acompañado, por ello te recomendamos veas con anticipación tus siguientes citas.
Se sugiere, como metodología, que el tiempo de duración de una cita sea de 45 minutos, para evitar la fatiga emocional y de atención tanto para el acompañante como para el acompañado.
Los y las acompañantes espirituales, son personas de fe que descubren una vocación particular al servicio de la escucha y la atención, movidos por el Espíritu, siempre en favor y servicio de la Iglesia. Dios toma dentro de la comunidad cristiana a distintas personas con estilos de vida, profesiones, identidades, experiencias y formación diversa que tanto en forma innata como después de formarse se pone en disposición de caminar al lado de sus hermanos y hermanas.
En términos teresianos, se descubre "esclavo del Señor" para ser dispuesto por Él, quien le confiará historias sagradas para ser escuchadas.
Dado que cada acompañante tiene experiencias y formaciones diversas, se descubrirá con fortalezas y habilidades para atender y animar a algunos fieles, por ello, en el perfil de cada uno de los acompañantes, te compartiremos de manera breve y no limitativa algunos puntos de fortaleza de cada uno.
Tanto el acompañamiento espiritual y la dirección espiritual, son experiencias anteriores a la psicoterapia, por lo que los terapeutas tomaron herramientas que desde la antigüedad se han empleado para caminar con las personas. En su momento los padres y madres del desierto, tuvieron a bien escuchar y caminar con aquellos fieles que se experimentaron en la necesidad de descubrir la voluntad de Dios, y por ello estos hombres y mujeres emplearon pedagogías y procesos personales y en ocasiones también grupales para que las personas que les buscaron, llegaran a encontrarse con mayor facilidad con Dios.